Después de vagar por la oscuridad durante un tiempo indefinido, dejándote atrapar por ese terror que sale de tu interior, oscuro, gélido, sombrío, que te arrastra hasta lugares donde nunca te hubieras imaginado llegar…
Incoherentes, incomprensibles, asfixiantes, con el color más negro que nunca hubieras podido imaginar que existe, cayendo en el pozo más profundo nunca imaginado y sintiendo un dolor en el alma que crees que nunca parará.
De repente, un día cualquiera, mirando desde esa profundidad, sientes que tu mente hace “clic”. Un “clic “que te deja ver un rayo de luz que siempre ha estado ahí pero que en todo este tiempo, una ceguera incoherente no te dejaba ver. Y lo miras y decides caminar hacia él, con precaución, con la esperanza de que a partir de ahora tu presente deje de vivir en el pasado y tu pasado sea esa parte de tu vida que no quieres que se refleje en tu futuro.
Y deseas dejar de vivir en “modo supervivencia” y quieres empezar a disfrutar de tu presente, ese en el que después de compartir una comida con amigos, y sin haber probado ni una gota de alcohol, te sientas en tu coche para regresar a tu casa y sientes una sensación de embriaguez. Descubres que también te puedes emborrachar de felicidad, y recuperas una sensación que ya no recordabas que podías sentir, y tu alma, sin darte cuenta, te dibuja una sonrisa en el rostro. Esa alma que tenías abandonada.
Y decides aprender a afrontar todo lo que puede hacer que tu vida vuelva a tambalearse: un desamor, un fracaso, que te falle un amigo o un hermano, o una madre o un padre. Y recuperas palabras que tenías olvidadas, como: gracias, te quiero y encuentras personas que suman en tu vida y aprendes a perdonar a todos aquellos que creías que te habían fallado porque eras tú quien les habías fallado.
Y aprendes a vivir el presente, ése que te hace sentir, amar, reír, llorar, volar, vibrar. Y sólo paras para coger aire, porque el pasado siempre está ahí, pero has entendido que no puedes coaccionar tu presente y aún menos tú futuro. Y a partir de ahora, el pasado sólo sirve para recordarte lo que te hizo feliz. Y por fin encuentras ese equilibrio entre tu pasado y tu presente que te permite construir tu nuevo futuro desde tu presente.