Somos peones en una sociedad dominada por el capitalismo. Ése al que sólo le importa lo que
le puedes aportar para su propio beneficio. Ese que manipula tu persona imponiendo una
cultura en la que si no eres alguien, no vales nada.
Enseñando esas religiones, ya sean cristianas, musulmanas, budistas o de cualquier otro tipo
en la que el ser humano tenga que apoyarse para poder creer, sin poder pensar por sí mismo.
Para que entremos en la rueda que han inventado y empecemos a dar vueltas sin parar para
que el sistema en el que nos han obligado a entrar, no se pare ni se desmorone, sin
preocuparse en el desgaste que eso puede provocarte. Sintiéndote cómo un hámster dando
vueltas sin parar, encerrado en una jaula.
Marcando unas reglas en el juego en las que tú no puedes opinar, te obligan a no detenerte,
porque si lo haces durante mucho tiempo, te puedes quedar fuera de la partida. Unas reglas
antiguas y retrógradas, donde lo diferente es señalado, juzgado y sentenciado simplemente
sólo por ser diferente.
Creando una sociedad fría, egoísta, individual, donde no importa cuánto podemos destruir si
es en beneficio de lo económico. Donde el peón que no sea valioso puede ser sacrificado en
beneficio del dinero. Ese al que nos hace adictos a la fuerza, para poder dominarnos y
manipularnos a su antojo.
Creando generaciones de humanos autómatas, manipulados por estereotipos absurdos donde
el pensar diferente te hace peligroso y nocivo para la sociedad. Una sociedad llena de peones a
las órdenes del señor don dinero. Bien estructurada y donde cada ficha tiene su función.
Prometiéndote que puedes dejar de ser peón si te dejas arrastrar por el que lleva la partida,
cumpliendo con sus reglas porque tu crecimiento será su beneficio. No pudiendo cometer
errores (eso te aparta o te mata) prometiéndote cumplir tus sueños, esos que sólo controla él.
Pero toda partida tiene brechas y el jugador no tiene en cuenta esas que lanzan un rayo de luz
a los peones, que a base de tiempo y de observar, son capaces de convertirse en Caballos, que
con su fuerza aguantan las envestidas que provocan que no te tambalees y te vuelves fuerte.
Y aprendes a ser Alfil. A entender y aplicar las normas que utiliza el jugador para poder seguir
en la partida, para poder conseguir ese equilibrio entre las reglas que nos imponen y lo que
realmente queremos conseguir. Y así mantener una línea paralela que nos permita seguir en la
partida, sin tenernos que sacrificar en beneficio del otro, manteniendo nuestras idiologias y
creencias propias, sin dejarnos arrastrar por el “tanto tienes tanto vales”, para así poder
conseguir ser la ficha que queramos ser, porque aunque otros controlen la partida, nosotros
los peones, también tenemos la opción de hacer los movimientos que queramos.
Porque una partida sin peones no se puede jugar.
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Peones

1 respuesta a «Peones»
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