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Estigma y drogas

En este artículo queremos hablar del estigma y la discriminación que sufren las personas por el hecho de consumir drogas o por ser usuaria de un recurso para tratar su problema de adicción.

Parece que en ciertos aspectos vivimos en una sociedad mucho más tolerante e inclusiva pero aún hay mucho por hacer y no son pocas las historias que escuchamos donde personas de nuestra comunidad sufren algún tipo de estigma. Dicho esto, queremos abrir un espacio para la reflexión a partir de lo que expondremos a continuación.

¿Qué significa realmente Estigma?

La palabra estigma proviene del griego y hace referencia a aquellos signos con los que marcaban los cuerpos de las personas que habían quebrantado alguna ley. Se trataba pues de un castigo social que permitía al resto de la sociedad poder identificar rápidamente a aquellas personas que habían cometido algún delito o simplemente tenían una moral socialmente cuestionable (aquí entrarían categorías socialmente no aceptadas como la homosexualidad, el adulterio en el caso de las mujeres etc.)  El resultado era que la persona estigmatizada sufría discriminación y era marginada de la sociedad con consecuencias más o menos nefastas para su integridad.

Según Goffman (1963) el estigma es una clase especial de relación entre atributo desacreditador y estereotipo “que hace a quien lo posee menos apetecible para la interacción social”. En otras palabras, a ciertos colectivos se le atribuyen unas características que previamente se han catalogado como negativas, por ejemplo: “la gente del sur es vaga y aprovechada”. ¿Es esto cierto? ¿A cuántas personas del sur hay que conocer para poder hacer esta afirmación? ¿A más de cinco? ¿A cincuenta? ¿De dónde viene esa creencia? Nos podemos hacer muchos cuestionamientos y no podríamos responder a ninguno, pero lo que sí podemos afirmar es que ese estereotipo es un prejuicio, algo totalmente subjetivo y carente de argumentos.

¿Cuál es la función de los prejuicios y estereotipos?

Un estereotipo es un conjunto de creencias que tenemos sobre un grupo, imaginemos que nuestro cerebro es como un ordenador, los estereotipos serían como las “carpetas” donde nombramos y guardamos la realidad que nos rodea. De esta manera, cuando nos cruzamos por la calle de noche a oscuras con ciertas personas nuestro cerebro rescata información de estas carpetas. En referencia a ellas analizamos las características de la persona y si se encuentran en la carpeta “peligro” cruzaremos la acera para distanciarnos de ella.

Con este sistema el cerebro puede dar una respuesta con mayor rapidez pero hay veces en las que nos dejamos algunos detalles relevantes de la persona porque, generalmente, el criterio para guardar una información en la carpeta “peligro” o “buen rollo” está basado en prejuicios.

Ahora bien, un estereotipo se mueve en el terreno de lo racional y en principio es algo objetivo. Sin embargo, lo que sucede es que cuando añadimos emociones y valoraciones negativas estamos haciendo referencia a  prejuicios. Regresemos al ejemplo de “la gente del sur”: si el día en que la persona ha guardado esa información en sus carpetas le han calentado la cabeza con que la “gente andaluza” no paga impuestos y le ha salido la declaración a devolver, esta persona almacenará a todas las personas que viven en esta región en la carpeta de su ordenador etiquetada como “vagas y maleantes” para siempre.

El proceso de la estigmatización siempre tiene como resultado la discriminación de las personas a las que previamente hemos etiquetado en base a unos atributos que valoramos como negativos.

¿Cuál es el estigma asociado a las personas que viven con una dependencia a sustancias?

En el llamado fenómeno de la drogodependencia suelen estar unidos algunos estereotipos negativos dependiendo del contexto cultural donde se sitúe. En nuestro contexto, el estigma corresponde a la asociación del consumo de sustancias con las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA, con la violencia, el trabajo sexual, la delincuencia, entre otros.

Este estigma, a su vez, se apoya en que suele considerarse a una persona con problemas de adicción como débil de carácter, viciosa, manipuladora, mentirosa, vaga, criminal. Además, se suele etiquetar a estas personas como culpables de su situación, pues su problemática es entendida bajo el concepto de “vicio” y de falta de voluntad y se olvida que un trastorno adictivo es un problema de salud (Mota, Noto y Santos, 2014). 

Dicho esto, al parecer, si admitimos que tenemos un problema de adicción también asumimos  esa “mochila” del estigma y no vamos a querer aceptarlo, nos costará más pedir ayuda que alguna otra persona que tenga, por ejemplo, un problema de diabetes.

El constructo social que gira alrededor de las drogas está plagado de falsos mitos e información errónea (Midgley, 2019). Esto genera una separación entre un nosotros y un ellos, provoca la deshumanización de las personas con esta problemática y queda oculta su historia de vida. No es lo mismo discriminar a “los drogodependientes” que a mi prima que tuvo un problema con el consumo de cocaína porque en el colegio sufría bullying y afectó a su autoestima. El estigma marca y también reduce a la persona a una simple etiqueta, sin la posibilidad de narrar su historia, de ampliar el espectro de su identidad. Una persona con un problema en su relación con las drogas no deja de ser hija o hijo, o padre o madre, o estudiante o cantante, o artista. Esta persona cuenta con otras posibilidades para ser e identificarse en sociedad.

Podríamos hablar largo y tendido sobre este tema pero consideramos que vuestras historias podrán hablar por sí mismas y no nos alargaremos mucho más. Antes os queremos traer una iniciativa que quizás contribuya a transformar un poquito la sociedad en la que vivimos. Se trata de una herramienta creada por la Federació Catalana de Drogodependències con el apoyo de la Subdirección General de Drogodependencias de la Generalitat de Catalunya. Estas organizaciones han puesto en marcha un observatorio de alerta sobre el estigma hacia las personas que usan alcohol y/o drogas. Su objetivo es concienciar a los diferentes ámbitos de atención profesional y la ciudadanía sobre la importancia de dejar de estigmatizar a las personas que usan drogas y de acabar con sus vulneraciones de derechos.

Si consideráis que por el hecho de ser una persona que consume o ha consumido drogas habéis sufrido cualquier tipo de discriminación, aquí podéis dejar constancia de ello, es un cuestionario bastante sencillo que os podemos ayudar a rellenar si así nos lo pedís en el correo. Aquí os dejamos el enlace:

Bibliografía

Mota, T., Noto, R. y Santos, P. (2014). Reduzindo o estigma entre usuários de Drogas: guia para profissionais e gestores. Juiz de Fora, Brasil: Editora UFJF.

Goffman, E. (1963). Estigma: La identidad deteriorada. Amorrortu editores: Madrid, España.

Mary Midgley (2019) ¿Podemos formular juicios morales?. Madrid, España: Alianza Editorial.

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